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Internet de las cosas, inteligencia artificial, domótica... ¿avance o retroceso de la especie?

Me preocupa hacia donde evolucionan las nuevas generaciones, cada vez más vida virtual y menos actividad física.

Portátil estudiantes

En estos días todos recordamos la película “Regreso al futuro” donde McFly viaja en el tiempo hasta su futuro, hasta octubre de 2015, ahora nuestro presente. Allí encuentra evoluciones tecnológicas tan impresionantes como el aeropatín o las zapatillas que se abrochan solas con robocordones.

En el octubre de 2015 real parece que aún no hemos llegado a ese 2015 de Regreso a Futuro en cuanto a “gadget” tecnológicos. Sin embargo hay algo en lo que sí parece que nuestro 2015 ha superado al de la película: La vida virtual paralela.

No cabe duda que las nuevas tecnologías aportan numeroso beneficios en todos los ámbitos de la vida del ser humano: avances médicos, seguridad, comunicaciones, acceso a la cultura y al conocimiento, ocio, etc., etc. Pero, ¿Cómo afecta al humano? ¿Es esta la evolución de la especie o nuestra regresión?

Dando vueltas al tema, sin ser un experto ni haber hecho ningún estudio científico que lo corrobore, mi reflexión es que alguna consecuencia negativa tiene tanto a nivel intelectual como físico.

Desde el punto de vista intelectual, veo claro que las ayudas tecnológicas nos facilitan la vida y esto nos permite esforzar menos la mente. Cualquier cosa que quieras saber, ya no es tan necesario que la pienses, la intentes recordar, la razones, simplemente vas a Google y lo encuentras. Si tienes un frigorífico conectado al “Internet de las cosas” tan inteligente que cuando se acaba un producto hace el pedido al supermercado de turno y te lo envían, es evidente que no vas a ejercitar, por ejemplo, la memoria para acordarte que tienes que ir a comprar.

Aún recuerdo con melancolía los viajes por Europa que me hacía en moto a principios de los noventa en los que mi amigo Miguel y yo nos echábamos a la carretera, a recorrernos miles de kilómetros, con la única ayuda de un mapa de papel. Hoy en día parece inviable hacer un viaje así, sin teléfono móvil, sin navegador GPS, sin haber entrado en Internet a buscar información o a reservar alojamientos. Es posible que la tecnología nos esté quitando la parte de aventura que tenía la vida, de improvisación, de sorpresa.

Desde el punto de vista físico, también parece que las nuevas tecnologías pueden afectar a nuestro cuerpo y a nuestra salud, nos estamos volviendo más sedentarios.

Tengo un amigo que dice que “observa al ser humano que usa la tecnología”, entiendo que lo dice con admiración. Yo cuando veo a mis hijas que se pasan las horas sentadas mirando al móvil, lo que me produce es preocupación. Smartphones, aplicaciones móviles, redes sociales…, nos permiten llevar una “vida” paralela sin movernos de la silla, pero ¿Tiene esto consecuencias en nuestra salud?

Cada vez hay más actividades cotidianas que son sustituidas por actividades “virtuales”. Por poner un ejemplo, si antes para hacer un regalo tenías que patear las calles, pasar y mirar en cien tiendas, comparar, preguntar… ahora cómodamente desde tu silla lo puedes hacer todo sin gastar una caloría, o incluso ganándola si te tomas unas pastitas mientras “navegas”.

En cuanto a las relaciones personales, esto es el no va más, me da la sensación de que los jóvenes dedican más tiempo a las virtuales que a las reales y para atender a todas las redes sociales: Facebook, Twitter, Instagram…, el correo, los grupos de WhatsApp, en el caso de mi hija: el del instituto, el de la familia paterna, el de la materna, el de las amigas top, el de las vacaciones de verano, el del campamento, el del gimnasio, el del pueblo,… más la comunicaciones directas, necesitas una vida solamente para leer los mensaje que va llegando, si además eres activo y participas, necesitas alguna hora más. Esta atención que demandan las comunicaciones “virtuales”, más otras horas que dedican a generarse “ilusiones” tan placenteras como pueden ser los videojuegos que te permiten, desde conducir un Ferrari, participar en un guerra, operar un corazón, viajar a cualquier parte del mundo, lo que quieras y todo ello cómodamente desde tu sofá tomándote una cerveza se traduce en muchas horas de sedentarismo.

Porque esa es otra, no solo es el tiempo que necesitas para atender las redes, es la forma, hemos pasado de la comunicación síncrona a la comunicación asíncrona. Si en hablar por teléfono (sí hija, los teléfonos antiguamente se utilizaban para hablar. Las teclas eran numéricas, solo servían para marcar el número de la persona a la que querías llamar), si en llamar a un amigo y contarle cualquier cosa puedes tardar unos minutos, el mismo contenido de la conversación telefónica síncrona traducido a mensajes asíncronos de Whatsapp se puede convertir en horas…

Sin entrar en los problemas psicológicos, como la adicción que las tecnologías puedan crear, desde el punto de vista físico y como aficionado al deporte que soy, veo que las nuevas generaciones cada vez sustituyen más actividades físicas por actividades virtuales, y no es solo melancolía de los viejos tiempos. En esta falta de actividad física influyen otros factores, como vivir en grandes ciudades, los niños ya no pueden salir solos a la calle a jugar como hacíamos antiguamente y los padres estamos demasiado ocupados arreglando el mundo como para sacarlos.

Según la Organización Mundial de la Salud: “La actividad física en los más pequeños mejora las funciones cardiovasculares, la maduración del sistema músculo-esquelético, las habilidades psicomotoras, mantiene el peso corporal saludable y ayuda a aumentar la autoestima” pero para ello es necesario tiempo, tiempo que es más cómodo dedicar a las gratificantes “ilusiones” que la tecnología nos ofrece desde nuestra sillón.

Hay quien opina que se debería enseñar robótica y programación en las escuelas, yo opino que se deberían dedicar más horas lectivas a la educación física, la salud de nuestros hijos y de nuestra especie va en ello.

Esperaremos al próximo sorteo de lotería de navidad para acordarnos que lo importante es la salud.

 

Fermín Fernández

Colaborador experto en gestión, desarrollo e implantación de sistemas de información y en el ámbito de la consultoría estratégica, gobierno y procesos TIC. Certificado ITIL. Actualmente es Sr. Manager en PwC. Entusiasta del deporte, karateka, corredor popular y blogger.  Rivas Vaciamadrid, España.

   


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